Tengo la poesía, tengo toda la poesía
acumulada en la garganta,
angustiada por la impaciencia del humo,
por ese baile que arremete
contra cualquier corona,
la pena de ver la máquina
deshecha por eclipses y amaneceres,
por esas razones
la poesía.
Por esas razones es que desciende
desde lo mas abajo del suelo,
por que maldigo la escalera turbia
de la inspiración
evaporándose por costumbre,
mencionando lo liquido
y lo femenino
que se deshace por la simple
cuestión de poetizar,
y es la razón
lo que a uno lo mantiene
dentro del margen,
y no escapar en busca de aquella
niñez donde claro;
las cosas eran cosas,
y deambulaban lentas:
como los trenes.
Y es por eso,
y es por eso
que la angustia es hoy un poema,
por lo que el alma dice
cada vez que la dejo morir
en plazas
Y avenidas.
Le cuenta al mundo
que algo de poesía tengo
que algo de poesía traigo
y solo la utilizo para fallecer en calma.
Las palabras aun no mueren ya que
son muy jóvenes para ser baúles
y el enfermo muy niño para morir de viejo,
así;
la esperma muy agua para mantenerme
en la tierra
y la espera tiene el tiempo a su servicio
mezclándose con los días,
con los meses,
con todas las eternidades
existentes en un momento,
y el hombre, la máquina,
todo el motor de todo
atorándose y
muriendo de poesía
aferrado al horror
salvándose del vapor,
del humo, del aire,
de todo aquello QUE SUBE
con el único fin de no bajar.