jueves, 1 de abril de 2010

Cesare Pavese


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Hay una puerta en la palma de mi mano

Hay un puerta en la palma de mi mano
Al abrirla;
descomprimiéndose y a reventón
se liberan litros y litros
de agua, agua que no es fría
ni caliente.
Moja mis pies, mis tobillos,
mi vientre, mi cuerpo.
Al entrar a mi boca la bebo,
nada cambia en esta habitación,
un cigarro se consume,
todos los libros en "orden",
un línea vertical parpadea en el computador,
nada se altera,
solo esta agua desconocida,
que de alguna parte,
vino a morir a otra.

martes, 30 de marzo de 2010

Tengo la poesía, tengo toda la poesía acumulada en la garganta

Tengo la poesía, tengo toda la poesía
acumulada en la garganta,
angustiada por la impaciencia del humo,
por ese baile que arremete
contra cualquier corona,
la pena de ver la máquina
deshecha por eclipses y amaneceres,
por esas razones
la poesía.
Por esas razones es que desciende
desde lo mas abajo del suelo,
por que maldigo la escalera turbia
de la inspiración
evaporándose por costumbre,
mencionando lo liquido
y lo femenino
que se deshace por la simple
cuestión de poetizar,
y es la razón
lo que a uno lo mantiene
dentro del margen,
y no escapar en busca de aquella
niñez donde claro;
las cosas eran cosas,
y deambulaban lentas:
como los trenes.
Y es por eso,
y es por eso
que la angustia es hoy un poema,
por lo que el alma dice
cada vez que la dejo morir
en plazas
Y avenidas.
Le cuenta al mundo
que algo de poesía tengo
que algo de poesía traigo
y solo la utilizo para fallecer en calma.
Las palabras aun no mueren ya que
son muy jóvenes para ser baúles
y el enfermo muy niño para morir de viejo,
así;
la esperma muy agua para mantenerme
en la tierra
y la espera tiene el tiempo a su servicio
mezclándose con los días,
con los meses,
con todas las eternidades
existentes en un momento,
y el hombre, la máquina,
todo el motor de todo
atorándose y
muriendo de poesía
aferrado al horror
salvándose del vapor,
del humo, del aire,
de todo aquello QUE SUBE
con el único fin de no bajar.